Bad day

Hoy ha sido uno de esos días malos. De esos hasta el fondo. De esos en que todo está bien hasta que tomas conciencia de que una vez más iniciarás esa rutina diaria que te harta, en esa sala de clases que te harta, con esos compañeros que no se callan nunca y que te hartan, con ese ruido en la cabeza que te vuelve loca, y nadie alrededor con quien compartirlo, nadie alrededor con quien reírse un rato, ningún amigo cerca con quien hacer tiempo, o, mejor dicho, deshacer tiempo.

Me dí cuenta de que en mi mochila tengo más libros que cuadernos. Creo que eso da una idea de con qué paso la mayor parte de mis mañanas. Estoy en un hoyo. No me gusta lo que hago; ahora tomo conciencia de lo horrible que debe ser estar estudiando una carrera que no es del agrado de uno, y eso que todavía me faltan algunos meses para la universidad. Pero el hacer algo que no gusta trae todo ésto: desmotivación, desgano, un caminar lento y pesado, hasta asco por la comida llegué a sentir hoy mientras picoteaba el plato. ¿Mis salvaciones? Creo que fue el momento justo para empezar a usar esa mochila grandota: mi discman, mis libros, Macanudo; y así, poquito a poco, paso a paso, vamos sobreviviendo.

Y, por supuesto, aunque sean cinco minutos por teléfono antes de que caiga muerto de sueño y cansancio, él es la mayor inspiración de mi vida. Es mi alegría, lo que me hace sonreír, reir, soñar, distraerme, subir a las nubes ida y vuelta mil veces, y, como él mismo dijo, me da la fuerza para bajarme de la cama cada mañana.

Bueno, él, y leer a Liniers cada noche antes de dormirme.

[ John Mayer Trio ♪ Another kind of green ]