martes, octubre 30, 2007

Rememorando

El viernes recién pasado, si no me equivoco, mientras ordenaba mis cosas antes de irme a acostar, en alguna casa o departamento o auto cercano, alguien escuchaba Coldplay a todo volúmen. Y me pareció bastante oportuno, ya que era una canción que no estoy segura sobre cómo se llama, pero que en una frase dice: Nobody said it was easy... Y sí, me pareció bastante oportuno en ese momento, porque mientras ordenaba, pensaba en lo cansada que estaba. Porque esa tarde no paré de estudiar. Y pensaba en cómo, en ese preciso momento, muchas personas, en vez de ordenar los cuadernos para acostarse, se arreglan para salir. Y tengo que admitir que sentí algo de sabor amargo en mi garganta. Pero con los ojos ya cerrándose, recorde que, si no me equivocaba, el nombre de la canción es The Scientist... Y todo fue más oportuno aún. Nadie dijo que era fácil, nunca alguien dijo que sería así de difícil....

Sé que el contexto de la canción es absolutamente diferente. Pero, ¿no es esa una gracia de las canciones, el poder interpretarlas como queramos?

Para mí, en ese momento, en ese estado, el que alguien haya estado escuchando esa canción a todo volumen y cerca de mi casa, fue como un pequeño regalo. Un regalo para darme cuenta de que, aunque nadie dijo que era fácil, aquí estoy. Y el que ríe último, ríe mejor.

domingo, octubre 21, 2007

¡¡¡¡¡¡Lo ví!!!!!!

Por segunda vez en el año, tuve a este hermoso hombre frente a mí. Claro que ahora estuve rodeada de pelo lais pre-púberes, y además fui empujada por unos pendejos estúpidos razón por la cual casi me caigo varias veces, lo cual habría significado ser aplastada bajo la muchedumbre. ¡Pero valió la pena! Kevin estuvo genial. Además, tuve la suerte de que, antes de que saliera a tocar, justo se me ocurrió mirar a una sala del segundo piso (fué en un colegio) que estaba con luz... y ví a Kevin entrando porque lo iban a entrevistar para los 40 Principales :D Hasta me temblaron las rodillas. Kevin tiene un poder increíble para hacerme muy, muy feliz. (Pero aún así no se compara con el que tiene mi novio!)

Ah, y filo si por un minuto pensamos que Paulinho Moska era Liniers. Incluso admito que gritamos emocionados. Hey, pero no es mi culpa, yo nunca había visto ni siquiera una foto de Paulinho Moska, y hay que admitir que con el look que andaba se parecía bastante. Habría sido lo máximo :P

jueves, octubre 18, 2007

Push your luck

El lunes recién pasado hice una de las cosas más terapeúticas que había hecho en mucho tiempo: saqué una bolsa negra, de esas de basura, llena de estupideces de mi clóset. Saqué todo, pero absolutamente todo, y me dispuse a, de una vez por todas, botar esas cosas que guardaba y acumulaba sin razón. Soy buena para acumular cosas inútiles sin razón, con la sensación de que algún día me servirán para algo (y, obviamente, sólo rara vez sirven de verdad). La cosa es que boté y boté, tanto ropa como papeles, pedazos de tela, calcetines guachos... todo lo que en verdad era acumulación por nada. Y con ese ímpetu de botar y dejar atrás lo inservible, me dispuse a limpiar una caja que estaba en el piso de mi pieza, sepultada por papeles de colores y afiches viejos. La cosa es que en mis peripecias de limpieza me topé con cierto cuaderno que no tomaba hace algo más de dos años. Lo comencé a hojear, y en ese charco de agua ví a una yo que ya no era yo; ví cosas tan pasadas, oleadas y sacramentadas y patéticas, que aproveché el momento para deshacerme de eso también.

Y ver mis manos rompiendo esas hojas que hace años había escrito, probablemente con los ojos llenos de lágrimas o con el corazón roto sin razón, me dió una energía impresionante; una sensación de renovación que pocas veces he experimentado. Admito que esbocé más de una gran sonrisa al ver como todas esas letras se transformaban en nada más que pequeños papelitos que caían en una bolsa negra.

Y fué como una limpieza también mía. Una renovación kármica (anoche se me ocurrió ese término, y me agradó bastante). Fue como litros y litros de agua que caían en cascada sobre mí. Es increíble el efecto positivo que tuvo sobre mí el deshacerme de todas esas cosas, que dentro y fuera de mi clóset, sólo acumulaban energías y recuerdos de tiempos pasados, que ahora, mirando hacia atrás, se ven mucho, bastante, demasiado más grises que mi hoy.

Así, después de esa hermosa tarde con gotas de lluvia cayendo de la nada sobre mi cara, con arcoiris y tu mano; seguí llenándome aún más de colores. Y hasí hes como me hagrada realmente.


It doesn't feel good, it doesn't hurt
I can't explain it without words
You're like the sunrise, you're like the sun,
you're like the young bird that hasn't sung.
I can't look at you, you're so beautiful...

miércoles, octubre 10, 2007

Salvando


Me da lo mismo cómo, si raspando o con banda de músicos, pero no me la va a ganar. No ahora. Puede no ser lo que tenía pensado, pero cuando extrapolo mis capacidades al máximo, siempre hay alguien que llega más allá. Tal vez -probablemente- a mi maquinaria le falte aceite, no lo pongo en duda; de hecho lo admito y con dolor me culpo por eso. Pero la esperanza no la pierdo, la maquinaria - que la tengo- tiene que empezar a funcionar mejor que nunca.

El Universo me espera.

lunes, octubre 08, 2007

C a p í t u l o 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorver simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Qué obsesión de libro. Cuando hace unos meses que no lo tomo, inevitable e imperceptiblemente vuelve a mí de a poco y me empiezan a hacer falta esas divagaciones y verme reflejada en esas hojas con aroma a libro viejo que han sido recorridas una y otra vez por mis manos, por mis dedos, por mis ojos y mis emociones a flor de piel.

Esta semana será una especie de semi vacaciones, tomando en cuenta que no tengo clases ni mañana, ni el viernes, y que el lunes es feriado. Además, saldré temprano todos los días. Buena oportunidad para cultivarme un poco. He dejado algo de lado las letras y las fantasías. Creo que tanta racionalidad me ha consumido un poco, I long for words. Siempre necesito una escapada, siempre me gusta mantener mi mente al margen de la razón y la anti-razón, la deducción y la divagación.

Para mantener un poco la sanidad.

martes, octubre 02, 2007

C a p í t u l o 6 8

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvaje ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él le procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo que él se aproximara suavemente en sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las estefurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Nuestras sinfonías.