martes, febrero 10, 2009

Reflexiones sobre un faro

Tal vez un faro sea la metáfora perfecta de la vida, de esa vida que uno se va construyendo. La vida es el vaivén, el giro constante e infinito; a veces nos llega la luz y a veces, nada. Un faro quieto nada sería, guía mientras no deje de girar... Si todo fuese luz permanente, si el faro no girase, ¿cómo sabríamos que esa luz es el puerto? Si no fuese por el hecho de girar, esa luz no nos guiaría en absoluto. Y pasa lo mismo en la vida, si la luz fuese constante, ¿cómo aprenderíamos? ¿cómo creceríamos? ¿cómo nos amoldaríamos, cómo maduraríamos el corazón y el pensamiento? Si todo en la vida fuese constante, seríamos como un bote perdido en altamar, flotando a la deriva, sin saber qué hacer. Pero el faro con su luz y oscuridad paulatinas guía el barco a tierra firme, y la vida, con sus altos y bajos, debería guiarnos, finalmente, hacia la estabilidad. Nuestro faro es interno, todos tenemos un faro en el corazón. No podemos ignorarlo, sólo podemos aprender de él, para ir logrando que el período de luz se sobreponga totalmente al de oscuridad...

1 comentario:

sam dijo...

Querida Fran... evidentemente escuchaste "doce segundos de oscuridad" de Drexler... muy linda canción y buen disco... y si no fue asi; deberías dedicarte a escribir canciones.