Y uno está ahí, abierta de par en par como dice mi amiga Logan, con ese olor a "diente quemado" que no sé quién hace poco usó para ejemplificar no se qué otro aroma desagradable, con ese sonido de máquinas escarvando tus dientes, de una manguera succionando las secreciones de tus glándulas salivales, con esa luz en tu cara que casi parece la luz al final del túnel (o esas típicas de las series/películas que te despiertas sin saber qué te pasó y ves un gran foco sobre tí y estás en el hospital porque tuviste un accidente terrible), con ese sabor a guante de plástico que son los dedos de la dentista en tu boca... y te pones a pensar que te están vaciando el diente. Te están vaciando el diente wn, te están sacando lo de adentro. Tu diente de ahora en adelante no será más que una carcaza vacía tapada con ese cemento maldito que tiene un sabor a.. bueno, cemento real, y es asqueroso. Tu diente ha perdido su esencia. Ya vas llegando a lugubraciones casi metafísicas sobre tu pobre molar...
...y, derepente, tu dentista, con voz de extrema emoción, exclama "nervio nervio!", miras la aguja que tiene en la mano, y ahí está... el nervio que hace unos segundos estaba dentro de mi pieza dental número 3.
Todavía no entiendo cómo no me desmayé en ese momento.
Estado actual: la boca ya menos adormecida, o sea, el dolor comienza a hacer su aparición. Maldito cemento, que me cuesta cerrar bien la boca. Y muero de hambre!
...y, derepente, tu dentista, con voz de extrema emoción, exclama "nervio nervio!", miras la aguja que tiene en la mano, y ahí está... el nervio que hace unos segundos estaba dentro de mi pieza dental número 3.
Todavía no entiendo cómo no me desmayé en ese momento.
Estado actual: la boca ya menos adormecida, o sea, el dolor comienza a hacer su aparición. Maldito cemento, que me cuesta cerrar bien la boca. Y muero de hambre!